miércoles, 28 de diciembre de 2011

Feliz Navidad


El abuelo se encontraba recostado en la butaca, sujetaba un gran puro entre los dedos, observaba abstraído el humo negro que salía de sus fosas nasales.
Escuchó un tropel de voces chillonas y agudas, no esperó que sonara el timbre, no había terminado de abrir la puerta, cuando dos niños y una niña entraron corriendo derribando cuanto encontraban a su paso. El gato, con mayor legitimidad para campar a sus anchas en aquella casa, no tardó en esconderse bajo el sofá, sabía que sólo podía esperar a que aquel ejército del averno, regresara al lugar de donde quiera que viniese.
En la entrada el abuelo, puro en una mano pomo de la puerta en la otra, saludaba con tibios besos sobre el achatado rostro de su hija, una inclinación de cabeza para el barrigón de su marido, que poco tardó en atacar los entremeses, ya servidos sobre la mesa.
-Ha sido un viaje terrible papa- Ya podía comenzar el incesante parloteo de la hija, que no cesaría ni con el gaznate abarrotado de rosáceos langostinos.
Los niños se arrastraban por el suelo, palmoteando bajo el sofá para cazarle la cola al gato, que bufaba como una presa acorralada que, de ser cazada, sería devorada sin contemplaciones.
La niña de pie junto a su padre, le agarraba de la camisa y del enorme barrigón, su voz irritante exigía las atenciones de una autentica reina. El padre la ignoraba, ocupado como estaba en atrapar una aceituna que se había resbalado de sus rechonchos dedos.
La hija continuaba su anodino e indiscriminado parloteo, dirigido hacia todos los presentes y a la vez hacia ninguno. De entre las sombras emergió la tía del abuelo, llevaba un largo vestido color perla, que visiblemente pertenecía a épocas pasadas, destacaba sus finos huesos de los que ya sólo colgaban trozos blandos de carne. El maquillaje transformaba su rostro en una máscara inexpresiva, una mancha de carmín daba color al vestido perla desgastado. Todos la miraron, inexpresivos, mientras se paseaba dignamente hasta la mesa. La niña la miraba con un brillo febril en los ojos, deseando ser portadora en el futuro de esa dignidad de clase barata. La madre de la niña, abriendo el pico cual cotorra, se cuidó de alejar a la niña de tan pérfida influencia, la tía del abuelo era una refugiada en terreno imparcial para la familia.
El abuelo volvía de la cocina, con el puro en la comisura de los labios y una bandeja repleta de manjares, gambas, lonchas de jamón, espárragos, langostinos y una cazuelita de gulas. A punto estuvo de acabar el festín en el sofá, gracias a los niños, que habían cambiado su juego de sanguinarios cazadores por el de molestas culebritas zigzagueantes. Desde la mesa un gutural e ininteligible gruñido del padre emergió de su boca repleta de aceitunas.
Sonó el timbre una vez más, abrió la hija y entró el hermano en una algarada exagerada, sus gestos eran tan pesados como el parloteo incesante de su hermana. Se saludaron, sin escucharse el uno al otro. Los niños, ante la entrada de su tío, enloquecieron, haciendo de sus voces chirriantes un grito ensordecedor.

La tía del abuelo saludó con una digna inclinación de cabeza. El marido alzó la mano salpicando el mantel con la salsa de las gambas.
Sentados todos los comensales comenzó el grotesco festín, similar a un abrevadero abarrotado de sedientos animales. La tía del abuelo conservaba sus gestos refinados y elegantes, eran acompañados con el crujiente sonido de las cabezas de langostino trituradas por su dentadura postiza. La niña, que consiguió escurrirse a su lado, imitaba sus gestos con terrorífica similitud.
El tio sorbía el vino de su copa, que se escurría por su redondeada barbilla, y observaba sonriente a sus sobrinos, más atentos al temblor atemorizado del gato bajo el sofá que a los manjares que degustaba su padre, ocupado en descabezar los crustáceos con avidez.
El abuelo presidiendo la mesa encendía otro puro, resoplando, aguantando el ensordecedor monólogo de su hija, que insistía en bendecir los alimentos, fruto del Altísimo.
Alguien, entre los rumiantes chasquidos de los comensales, deseó una feliz navidad a todos.

martes, 20 de diciembre de 2011

El Perú desangrado

A Ernesto Sardon y Alejandro Flores



Esperanza. Eso es lo que tenía el pueblo peruano en las elecciones de mayo de este mismo año. Frente a la secta corrupta del clan familiar de los Fujimori, la alternativa, Ollanta Humala, un general alineado en la supuesta izquierda política peruana.
Semanas antes de las elecciones se sucedían las revueltas campesinas en la zona fronteriza con Bolivia. El presidente, no menos corrupto que la familia Fujimori, Alan García, prostituía su propia tierra dejándola en manos de las multinacionales para la explotación minera.

Las palabras de Ollanta prometían un giro en la gestión realizada por Alan García, con las que ganó gran cantidad de votos a favor.  Meses después  encontramos que las tierras, que constituyen la supervivencia de miles de personas, son de nuevo miserablemente vendidas a la empresa multinacional estadounidense Newmont Mining, y al Banco Mundial, dejando a miles de campesinos sin medio de vida.
¿A cambio? Un canon miserable para los pueblos explotados, que fomentará su crecimiento durante unos pocos años. Mientras tanto, les roban lo que es suyo, les roban y les devuelven dinero manchado y ahogado con el sucio humo de la destrucción.

Se habla de la pobreza de Perú, una pobreza vergonzosamente palpable para quién pueda visitar el país y se aleje de las aglutinaciones del turismo masificado, que ensalza un país de plástico. Perú es rico, rico en materias primas,  cobre, cinc, plomo, oro, petróleo, gas, uno de los principales productores de textiles y algodón y primer productor de lana de alpaca, además de poseer gran cantidad de recursos forestales y marinos.
Sin embargo, puedes respirar su pobreza  generada por la triste ineptitud de unos dirigentes, onanistas sentimentales, incapaces de sacar adelante un país rico en recursos.

Los peruanos tienen sueños, sueños de crecimiento, sueños de prosperar.  Son un país lleno de riqueza, de cultura, de color y de alegría. Casi la mitad de su población es hija directa de otros tiempos, cuando la Pachamama era amada y respetada.
Ahora está siendo desangrada.

Malditos aquellos que juegan con la esperanza.






miércoles, 14 de diciembre de 2011

Guerra Biológica



El uso de armas biológicas y químicas es algo que solemos relacionar más con películas y libros de ciencia ficción que con la realidad de la guerra. Se trata de un tema convenientemente silenciado si no es por casos, extremadamente mediatizados, como el uso de gas sarín y gas mostaza en la primera Guerra Mundial por parte del ejército alemán. La guerra del golfo por las tropas de Saddam, o los monstruosos experimentos llevados a cabo contra judíos y chinos, por parte de los nazis y las unidades científicas militares japonesas, respectivamente, en la 2º Guerra Mundial.

Las grandes potencias poco se manifiestan públicamente sobre un tema muy complejo y rechazado por la comunidad internacional. Su uso comenzó a legislarse en el seno de la recién nacida Unión de Naciones, con el Protocolo de Ginebra en 1925, tras observar sus horribles efectos en la primera guerra mundial.
El debate sobre su legislación volvió a ser abierto en 1972, ya en las Naciones Unidas, con un tratado de desarme multilateral, que prohíbe su producción y uso con fines bélicos. Tema muy difícil de controlar y legislar, teniendo en cuenta su utilidad en la investigación de enfermedades y en el desarrollo de la biomédica.
Actualmente la ONU desarrolla programas de control de armamento biológico, como es el registro por parte de observadores a cualquier estado miembro. De esta forma, se investiga el cumplimiento de la no proliferación de este tipo de armamento, y se controla su uso para fines de investigación médica y científica.

Los programas de I+D de muchos estados, defienden la investigación de armamento biológico con fines solamente defensivos ¿Supone ésto una garantía sobre el uso no ofensivo? Algunos científicos presentan serias dudas al respecto. El hecho de investigar sobre los efectos defensivos de este tipo de armamento lleva consigo implicaciones de carácter ofensivo. El rechazo de las naciones al empleo de estas armas, no viene sólo dado por consideraciones de tipo ético y moral, legisladas en el derecho internacional humanitario. La investigación, con carácter defensivo, hace que se encuentren vacunas y medios de control y que, por lo tanto, este tipo de armamento pueda volverse más manejable, lo que ocasionaría que los ejércitos y estados pudieran perder el miedo a emplear este tipo de armas.

Otros hablan de un supuesto, casi imposible, de la utilidad de un arma biológica en forma de aerosol incapaz de mutar y con ninguna variable incontrolable, que simplemente deje al soldado incapacitado para la guerra por enfermedad. Lo cual se mediría en un desgaste económico (manteniendo a los soldados bajo cuidados médicos) Lo que provocaría que el conflicto se volviese insostenible por parte de los estados, propiciando las negociaciones para acuerdos de paz. Una idea improbable y poco factible, pero que deja espacio abierto para desarrollar ideas sobre cómo pueden emplearse estas armas.

Lo que es cierto es que el armamento biológico supone una tremenda amenaza, difícil de controlar, fácil de producir, silenciosa y discreta. Cabe preguntarse si el mayor peligro proveniente de este armamento, es la eterna excusa para vetar derechos civiles y establecer mayores controles entre la población, con su total aceptación, por su seguridad. En el peor de los casos, valdrá para legitimar una guerra contra otros estados, como fue el caso de la invasión de Iraq por parte de EEUU en 2003. Ésta constituye la primera guerra, en la que la proliferación de este tipo de armamento, fue usado como excusa para legitimar el inicio de un conflicto bélico. A los Estados Unidos no le produjo tanto dolor moral el uso de armas biológicas, cuando Iraq empleó armas de este tipo contra Irán, en la década de los 80.

El peligro de las armas, va más haya del movimiento gestual de apretar un gatillo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Pequeño homenaje a Stairway to Heaven



Compuesta por Jimmy Page y Robert Plant y publicada en el disco “Led Zeppelin IV” en 1971, Stairway to Heaven ha sido para muchos el punto culminante de la historia del rock, para otros, una canción pastiche sobre valorada.
Compuesta por Page, contiene uno de los considerados mejores solos de la historia del rock, su letra fue escrita por Plant, basándose en el libro de Lewis Spence “Magic Arts in Celtic Britain” .
Su principal influencia le viene del tema Taurus del grupo Spirit. No hay más que escuchar el tema, anterior al de Led Zeppelin, para encontrar su relación, y al cual me siento obligada a hacer referencia.

Para mí la grandeza de esta canción es su sonido sin grandes pretensiones y la sencillez de su composición. Una canción en la que ni falta, ni sobra nada. Como muchos temas de Led Zeppelin, es una sucesión de sentimientos con sonido propio que se entrelazan progresivamente.
Su defecto es que su fama, buena o mala y siempre polémica hace que nos perdamos en interminables debates cuando, simplemente, hay que pararse, sentarse, escuchar y degustar.

Su poesía, su pasión, su melancolía y su rabia hacen que me resulte, sencillamente, un tema inolvidable.

“And she's buying a stairway to heaven”



Encuentros inesperados


Hay una leyenda africana que dice que la hiena es la cabalgadura del demonio y que, por soportar su gran peso, tiene los cuartos traseros más bajos que los delanteros.
Lo cierto es que la hiena no goza de demasiada aceptación entre el ser humano.


Esta foto fue tomada en el parque Kruger, durante nuestro viaje por Sudáfrica, por mi gran amiga y fotógrafa Sara Odriozola. De camino al refugio, una hiena se aproximó a nuestro coche hasta casi meter la cabeza por la ventana.
En aquel momento me pareció una de las cosas más hermosas que había visto en mi vida. Personalmente, me enamoré de su cresposo y moteado pelaje, de su mandíbula colgante y sus dientes picudos. Sus ojos, lejos de mirarme con fiereza, parecían preguntarme qué estaba haciendo yo por allí.
No entendí cómo un animal tan gracioso, aunque su cara no lo transmitiera, podía tener tan mala fama.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sobre el amor y la guerra


Estos días la Guerra y la muerte invaden mi pensamiento.
El metal, el dolor, la carne desgarrada, destrozada, el humo negro inspirado, que invade el cuerpo y lo intoxica con el olor de la muerte.
Puedo imaginar y sentir mejor la fragilidad de la carne, de los huesos. La sangre caliente sobre el frío acero, sobre las manos rígidas que han renunciado a la Vida, y ya sólo piensan en la muerte.
La Guerra, esa maldita hecha de metal oscuro y carne desgarrada. La Guerra que suplica a la vida que no se rinda. Esa Guerra que nunca es valiente. La Guerra sin héroes.
La sangre perdida, que nunca volveremos a encontrar.
Ante la evidencia de la Guerra, esa sanguinaria hecha de lascivia destructiva, ante esta evidencia, que me permita hoy, el dolor de los enterrados, ansiar la Vida.
La Guerra nos mira como si fuésemos un milagro. Los cuerpos se vuelven más dulces y cálidos a través del sonido del metal rasgado.
La Vida sigue en pie a pesar de que el grito intenso de la Guerra atraviesa el mundo.
Deseo, más que nunca, sentir la piel.
Deseo sentir el amor del ser humano, sentir la Vida.
Nunca hacer el amor fue tan urgente. Nunca había tenido tanto sentido. La calidez de los cuerpos queda lejos de las frías armas que escupen su rugido ardiente.
Existe el amor y la Vida en los ojos de la Guerra. Existe el amor en nuestras manos, a pesar del olvido.
Las manos tensas y crueles pueden recordar su calor, su sangre fluyendo contenida sin derramarse por las causas de un mundo esquizofrénico, que se olvida de sí.
Sintamos el calor del amor en nuestro cuerpo, derramemos nuestros instintos.
Fluyamos con la carne suave y tierna, desprendamos su pasión. Olvidemos la carne muerta y pútrida perforada por el metal.
Usemos los labios para cantarle a la dulce noche, que susurra a la carne ardiente. No para gritarle al día, que amanece hundido entre el lodo amargo.
Respiremos la vida que se desprende de nuestros poros, no los vapores negros de la muerte. Vapores intensos, oscuros, saturados de metralla de una Guerra que no tendrá héroes esta noche. Porque, esta noche, mis brazos son el refugio del valor.