jueves, 12 de abril de 2012

Alimentación transgénica

Lamentablemente, existe poco debate público y transparencia sobre el uso de transgénicos a pesar de las repercusiones que tiene para el modo de vida de muchos agricultores y los posibles efectos, aún no probados, que puede tener para nuestra salud.
Bajo mi punto de vista queda bastante claro que Monsanto, la principal multinacional responsable de su producción, es autor de al menos varios crímenes, entre los que yo destacaría:
  1. El hecho de que los alimentos sean patentados. La alimentación y la comida son derechos básicos del hombre, no algo que se pueda convertir en objeto de patente y monopolizarse.
  2. La ruina de miles de agricultores, de los que ya existen numerosos casos en EEUU, que ven sus campos contaminados con las semillas alteradas y acaban siendo denunciados por la multinacional por haber usado su patente a pesar de que ellos no eran conscientes de ello. Añadido a que muchos de ellos pierden su derecho y su licencia de alimentos ecológicos en el momento en que su huerto es polinizado (algo que es igual de sencillo que la polinización normal).
  3. Las semillas de Monsanto son estériles, lo que significa que los agricultores que opten por el uso de este tipo de semillas no podrán reutilizarlas, si no que tendrán que comprar semillas de nuevo.
  4. Que se estén empleando en nuestra alimentación diaria OMG sin que lo sepamos, estos alimentos no están siendo etiquetados y las empresas no tienen obligación legal de dejar constancia de ello. Así que se vulnera nuestro derecho a decidir sobre nuestra propia alimentación.
Algunos de los sectores favorables a la industria de transgénicos se parapetan en que este tipo de producción puede solucionar la escasez de alimentos en el mundo. La ONU ha declarado en varias ocasiones, que los transgénicos no son una solución viable.

Dudo, y creo que es una duda razonable, que la empresa que obtuvo sustanciosos beneficios con la fabricación del químico agente naranja que se empleó durante la guerra de Vietnam (que aún sigue teniendo consecuencias sobre miles de víctimas civiles), tenga serias intenciones de acabar con el hambre en el mundo.


domingo, 1 de abril de 2012

Daños colaterales


Los daños colaterales son aquellos que se nos dice no haber sido provocados intencionadamente.

El precio de asumir los llamados daños colaterales es, aceptar, que la matanza indiscriminada de civiles es válida por un fin, que es terminar una guerra o un conflicto armado, que precisamente hostiga y desgarra la vida de esa misma población.
Esta es la doctrina usualmente empleada por los dirigentes y partidarios de las intervenciones de la OTAN. Para los despistados: Intervenciones que ejercen la imposición de la fuerza mediante bombardeos aéreos, sin distinción alguna de blancos u objetivos, provocando muertes indiscriminadas, daños en infraestructuras civiles, y un empobrecimiento brutal para un país que habrá quedado devastado, y que deberá recuperarse de la guerra con serias dificultades.

Podemos hablar de lo mismo en referencia a altercados y revueltas civiles, en los que las fuerzas del orden (perdonadme el eufemismo), revientan ojos, cráneos y vidas para instaurar el orden. Y merece la pena, no son más que vidas que quedarán desgarradas bajo el palo y la bala de goma.

La doctrina de los daños colaterales es una invención destinada a esconder la brutalidad, el salvajismo y el menosprecio total por la vida. El fast food de la resolución de conflictos es servido por aquellos que monopolizan el uso de la fuerza.