sábado, 18 de febrero de 2012

Testigo de la mezquindad


"He llegado a un punto en que el sufrimiento de la vida anula la alegría… Estoy perseguido por recuerdos vívidos de muertos, de cadáveres, rabia y dolor."
Kevin Carter


Seguro que a todos nos suena esta foto realizada por el fotógrafo sudafricano Kevin Carter, realizada en el sur de Sudán ganadora del premio Pulitzer en 1994. Una foto controvertida, que removió los estómagos de la sociedad internacional y quizás, alguna que otra conciencia.
Durante todo el año siguiente Kevin Carter fue duramente vapuleado por su deshonroso comportamiento, por abandonar a un niño agonizante a su miserable destino, que parecía ser el de ser devorado por un buitre. Tiempo después, fotógrafos que estuvieron presentes en el mismo centro de alimentación de la ONU, cuentan que el niño, lejos de estar agonizando, defecaba, y el buitre esperaba obtener el preciado botín tras la espera.
Cuan complicados son los engranajes de esta hipócrita sociedad. Personas que en su vida se atreverían, si quiera, a poner un pie sobre un país como Sudán en sus años menos sangrientos, carcomidos por la hambruna y la enfermedad, se abalanzan como buitres deseosos de carroña sobre el testigo visual que les acerca las miserias lejanas. Agarraron con sus afiladas garras la moral imperante, e hicieron añicos la vida de una persona que con tenacidad retrató decenas de brutales situaciones a lo largo de todo el África, testimonios directos de brutalidades que no quedarían en el olvido.
Son otros los buitres que están al acecho, los de la cobardía, que también se alimentan de carroña y miseria ajena. Los de la infecta hipocresía social que machacan con el dedo acusador. Miserable sociedad que aplasta con la moral que no practica, ni de lejos. Kevin Carter pisó lugares que pocos se atreverían a pisar, sin testigos ni pruebas no habrá denuncia ni justicia. Su pecado fue remover demasiados estómagos a la hora de la cena.
Los niños siguen allí, sin que los de garras moralistas se muevan de sus cómodos asientos para cambiar su situación. 15 años después el niño de la foto murió de fiebres.
Carter se suicidó con 33 años, dejando tras de sí una vida intensa e inestable, fue testigo de grandes horrores humanos, incluido el de su sociedad de mezquina moral y farragosa ética.

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