martes, 20 de diciembre de 2011

El Perú desangrado

A Ernesto Sardon y Alejandro Flores



Esperanza. Eso es lo que tenía el pueblo peruano en las elecciones de mayo de este mismo año. Frente a la secta corrupta del clan familiar de los Fujimori, la alternativa, Ollanta Humala, un general alineado en la supuesta izquierda política peruana.
Semanas antes de las elecciones se sucedían las revueltas campesinas en la zona fronteriza con Bolivia. El presidente, no menos corrupto que la familia Fujimori, Alan García, prostituía su propia tierra dejándola en manos de las multinacionales para la explotación minera.

Las palabras de Ollanta prometían un giro en la gestión realizada por Alan García, con las que ganó gran cantidad de votos a favor.  Meses después  encontramos que las tierras, que constituyen la supervivencia de miles de personas, son de nuevo miserablemente vendidas a la empresa multinacional estadounidense Newmont Mining, y al Banco Mundial, dejando a miles de campesinos sin medio de vida.
¿A cambio? Un canon miserable para los pueblos explotados, que fomentará su crecimiento durante unos pocos años. Mientras tanto, les roban lo que es suyo, les roban y les devuelven dinero manchado y ahogado con el sucio humo de la destrucción.

Se habla de la pobreza de Perú, una pobreza vergonzosamente palpable para quién pueda visitar el país y se aleje de las aglutinaciones del turismo masificado, que ensalza un país de plástico. Perú es rico, rico en materias primas,  cobre, cinc, plomo, oro, petróleo, gas, uno de los principales productores de textiles y algodón y primer productor de lana de alpaca, además de poseer gran cantidad de recursos forestales y marinos.
Sin embargo, puedes respirar su pobreza  generada por la triste ineptitud de unos dirigentes, onanistas sentimentales, incapaces de sacar adelante un país rico en recursos.

Los peruanos tienen sueños, sueños de crecimiento, sueños de prosperar.  Son un país lleno de riqueza, de cultura, de color y de alegría. Casi la mitad de su población es hija directa de otros tiempos, cuando la Pachamama era amada y respetada.
Ahora está siendo desangrada.

Malditos aquellos que juegan con la esperanza.






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